Gabriela Montero, libre y romántica
- Ara Barradas
- 17 dic 2016
- 3 Min. de lectura

La venezolana Gabriela Montero, con un Grammy Latino al mejor disco de música clásica en 2015, llega a España para conciliar el piano romántico de Schubert y Schumann con su pasión por las improvisaciones a partir de temas solicitados por el público.
Junto a la precocidad de una educación musical tan temprana que a los 3 años ya ofreció su primer recital, Gabriela Montero (Caracas, 1970), une otra singularidad aún más insólita: es una de las escasas intérpretes de música clásica que, animada por Martha Argerich, acepta improvisar sobre temas propuestos por el público, algo que hará en la segunda parte de su recital en España, el 19 de febrero, tras afrontar los ‘4 Impromptus’ D.899, de F. Schubert y el ‘Carnaval’ Op. 9 de R. Schumann. Dos exigentes obras de cumbre del repertorio romántico en manos de una pianista ganadora de un Grammy Latino al mejor álbum de música clásica, en 2015, con su versión del ‘Segundo Concierto para piano’ de S. Rachmaninov y un tema de composición propia, ‘Ex Patria’, más sus célebres improvisaciones.
“He nacido para esto”, ha explicado Montero la razón de su vínculo especial con el teclado, pues cuando tenía un año y medio ya tocaba las melodías que su madre, Gilda, le cantaba para dormirla. Así, a los 8 años, Gabriela Montero actuó en concierto junto a la –ahora, muy célebre- Orquesta Simón Bolívar, dirigida por el fundador del Sistema de Orquestas de Venezuela, José Antonio Abreu. “Era la primera generación de esta formación, pero tengo que aclarar que yo nunca formé parte del Sistema”, ha advertido Montero en declaraciones de prensa, pues el Sistema de Orquestas, del que han surgido músicos como el director Gustavo Dudamel –tachado por Montero de “colaboracionista”- está asociado al régimen político del expresidente Hugo Chávez del que Montero es muy crítica.
A su extraordinaria formación como pianista, Gabriela Montero suma una inclinación original hacia la improvisación –un arte musical que permaneció vivo en las salas hasta casi el siglo XX- y que le ha conferido una suerte de inequívoca “seña de identidad”: “La improvisación es como contar historias, encontrar metáforas a través del sonido que te permiten hablar de situaciones y emociones de la vida diaria. Y es una manera maravillosa de llegar al público”, explicó a ABC. “El problema es que ahora todo se graba, lo que ejerce una presión tremenda sobre los músicos. Mozart hablaba y bromeaba con su público. Pero hoy somos más conservadores porque estamos obsesionados con nuestro legado: la grabación”, dijo en ‘El País’ la pianista que, a veces, en sus recitales, invita a una persona del público a que le tararee una canción: luego, ella la versionará a su modo sobre piano.
Paradójicamente, Gabriela Montero ha estado a punto de dejar el piano en varias ocasiones, tanto porque su inclinación a la improvisación no fue aceptada en su entorno educativo como porque su curiosidad estuvo a punto de llevarle a estudiar Psicología. En ese momento, una audición ante Martha Argerich cambió el curso de su carrera y de su vida, pues la gran pianista le animó a proseguir sus improvisaciones.
Además de sus presencias en las salas más prestigiosas del mundo –Avery Fischer, Albert Hal…- o su actuación en actos de gran impacto como en la toma de posesión como presidente de Barack Obama –junto a Yo Yo Ma, Itzhak Perlman y Anthony McGill- Gabriela Montero ha cosechado numerosos premios internacionales a lo largo de su carrera.
En Sevilla, Montero tocará los ‘4 Impromptu’ D. 899 de F. Schubert, primera tanda de los ‘8 Impromptu’ –piezas breves y líricas de fulgurante liquidez- que compuso y que, por su violencia contenida y su carácter sombrío, al decir de Brigitte Massin, están conectados con el cercano ciclo ‘Winterreise’, del que podrían haber nacido como una suerte de “acto de liberación emocional”. Por su parte, el ‘Carnaval’ Op.9 de Robert Schumann, es una serie de 20 piezas también pequeñas y extraordinariamente bellas compuestas sobre la base de una melodía entre 1833 y 1835 en un momento de exaltación amorosa cuyos artículos aluden a los personajes enmascarados de la Comedia del Arte veneciana.
Comments